jueves, 31 de marzo de 2011

Me asomo.

Hoy me asomo a tus ojos. Cierro los míos, y me dejo llevar por esa luz que adivino
escondes en tus sentimientos.
Es una luz perceptible por todos mis sentidos. Esos sentidos que sólo florecen, cuando
percibimos sentimientos que tocamos con la yema de nuestros dedos, más allá, de
todo aquello que no se puede ver o tocar.
Son los dedos que tocan tus instintos, dedos, que se alían con los míos aunque en
realidad ni tú ni yo, seamos capaces de dar al otro.
Los guardamos como flor de nuestros secretos, y nos nutrimos interiormente con la
esencia de todo lo que puede llegar a ser, y sin embargo, se pierde lentamente en el
silencio de nuestros corazones.
Yo me pierdo a menudo en el erotismo de tu sombra. Tú quizás, siembras la
sensualidad en todas tus palabras; palabras dichas y también imaginadas.
Es muy fácil sentirte cuando guardas silencio. Cuando sientes y callas, cuando me
piensas y después olvidas, que puedo dejar alguna huella en esos sentimientos que
crees no puedo sentir.
Hoy me asomo a tu silencio. Y en él, te regalo mis brazos abiertos, te regalo todo
aquello que adivino en tus secretos, y que guardo sembrado en el hueco de mis
manos.
No deseo la libertad de tus instantes, o saber el deseo que dejes anclado en otro
cuerpo, sólo deseo que encuentres la luz de un amanecer, escondida entre todos los
pliegues de mi piel, que podrás tocar si decides, traspasar la frontera de tus propios
sueños.
No te deseo entera para mí. No deseo poseerte, ni deseo encarcelarte en mi mirada,
sólo deseo que tu boca necesite también, anclar en el puerto de mis besos. Después
cuando sigas buscando la luz de otros horizontes, podrás tener el calor de estas
manos, que nunca estarán secas en tu esencia.
Te adivino mezclada en la sensualidad que espera encontrar, lo que sólo tú, me
puedes dar.

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