Me siento acompañada de tu mirada perdida cuando hay momentos que ni tan
siquiera te pienso. En el momento de descubrirte te convertiste en una metáfora en
mis sentimientos, ahora deseo enredarme en tu nombre y en el aroma que desprende
tu esencia.
Cuando el viento me envuelve en su sombra de infinitos rumores le dejo jugar con mi
piel, con mi pelo que se adapta a su forma. Tú me respondes en silencio, y te dejo
formar parte de mis sueños. Entonces imagino que tu mirada perdida encuentra
aposento en mi piel y allí tu reflejo, nunca encuentra silencios no deseados.
Cómo podría explicarte que te quiero, cómo decirte que estás detrás de estas letras,
cómo explicarte que sé que ves más allá de ellas, cómo hacerte entender que mis
manos desean hablarte en silencio de piel a piel, cómo hacerte entender que hay un
gran silencio que se debe romper.
Te deseo a pesar de mis temores, mis miedos e inseguridades, te deseo cuando
callas, cuando te enamoras de todo aquello que nunca soy yo.
Te deseo cuando la lluvia moja tu nombre, cuando me miras sin verme, cuando la
noche oscurece el deseo, cuando mis sentimientos te rozan y pasas de largo, te deseo
al saber que esta noche, la luna absorbe el recuerdo que nacerá mañana y que está
esperando en ese horizonte que buscas en tu propia oscuridad.
Te besaría ahora en silencio. Dejaría grabado mi nombre en el perfil de tus labios. Te
daría mis manos para que escribieras con ellas en esas páginas en blanco que te
esperan cada madrugada. Bailaría con tus miedos en esos atardeceres cuando huyes
del pasado que se ha quedado enredado en las costuras de tu alma.
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