Mírame quiero ver tus ojos. Acentúa mi nombre en el aire acompasado de tu
respiración, acentúalo con la velocidad de tus sentimientos, déjate llevar por el
atardecer que quiere morir entre tu pecho y el mío.
Descubre mis ojos con la misma sensación de emoción, que se siente al descubrir la
mirada de un horizonte que termina en la diagonal de un espacio interminable. Tatúa
mi piel con la tinta invisible que guardas en el tacto. Haz osada tu intención y prudente
la emoción.
Soy apenas una sombra en tu camino, me miro reflejada en las huellas que vas
dejando en cada aliento. Te devora mi silencio cuando te descubre callado y recogido
en la fina arena que guarda tu nombre. Pareces la sombra de la brisa alimentando
recuerdos que no han nacido, pareces humo a la espera de perderse en un cielo de
verano.
Eres el acento que no lleva mi nombre, el agua que me falta para nadar cada
madrugada, el ático de mi deseo, la suavidad de una piel que duerme, las alas que
empujan mis pies cansados, eres un lienzo formado de colores que me invitan a
dibujar tu sonrisa. Yo, soy un pincel que espera en tu mesilla.
Hay una claridad que admite la espera de tus manos en las mías, me habla en el
tiempo que muere deprisa, está en la brisa que nace cuando miras y no ves lo que te
doy en mi isla. Quizás algún día te susurre al oído: eres líquido a mi lado, brisa
cuando mis sentimientos empiezan en tus ojos, la letra que invento cada día...
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